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Agustín Pontesta (San Sebastián, 1963) destaca por una intensa trayectoria tanto en lo vital como en lo artístico. Desde muy temprana edad despierta en su interior la necesidad de expresarse por medio de la pintura, pero será de la mano del artista Alfredo Bikondoa, cuando ve clara su vocación. Desde entonces no ha parado de trabajar y evolucionar en paralelo a una forma particular y genuina de entender el mundo y lo que le rodea.

Paralelamente descubre y se interesa por el budismo Zen y su filosofía. Durante años asiste a seminarios y retiros intensivos. También conoce el budismo tibetano a través de diversos lamas, asistiendo y participando en cursos y retiros. Asiste a convenciones impartidos por el propio Dalai Lama, viajando a Francia, India …. Durante este tiempo estudia y practica el arte oriental, el Sumi-e, la caligrafía japonesa.

Ha residido un tiempo en Londres, motivado por la pintura victoriana, sobre todo la obra del pintor William Turner. En San Sebastián ha ejercido como profesor de dibujo y pintura.

Amante de los espacios abiertos y lugares remotos, lector desde niño de libros de viajeros y exploradores clásicos, Agustín cumple sus sueños realizando viajes de varios meses y hasta un año de duración, siempre en solitario y con un billete de ida, dejando la improvisación como eje de sus viajes, ha estado en lugares remotos del planeta como la selva Amazónica, Andes, desiertos como el de Atacama en Chile, el Thar en India, Turquía, Jordania o Israel, las grandes extensiones de la Patagonia, Tierra de Fuego, el Himalaya (campos base del Everest, del Annapurna…)... Ha realizado el camino de Santiago varias veces en casi todas las variantes conocidas en la península de manera íntegra y sin interrupción, una de ellas caminando durante dos meses de ida y vuelta.

Agustín Pontesta es una persona con inquietudes que ha adoptado maneras alternativas frente a un sistema social convencional. Sin duda este itinerario vital, esta mirada introspectiva y a la vez abierta al mundo de alguna manera refuerza y se impregna en su obra artística apreciándose la interiorización de los paisajes bañado con una espiritualidad latente.

Sus paisajes infinitos, donde los horizontes parecen ausentes o difuminados con un cielo sin definir, masas de gentes que se confunden con un terreno difícil y extremo. Algunas de sus obras a veces parecen tener aires apocalípticos otras veces las texturas y relieves insinúan rocas que hacen recordar fondos marinos. Universos particulares. Arte y ciencia se alian.

En su biografía abundan premios de diversos concursos y certámenes repartidos por toda la península.

© Agustín Pontesta Icuza-2018 

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